1.m. Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.
¿Qué es diálogo y de un ejemplo?
Un diálogo es un intercambio verbal entre dos o más personas. Se llama de esta manera tanto a su forma escrita como a cualquier tipo de comunicación oral de la vida cotidiana en la que se alterne el uso de la palabra entre un hablante y un oyente. Por ejemplo: –Hola, ¿me podría decir la hora? –Sí, son las cuatro y media.
–¡Gracias! –Por nada. La extensión, la temática y el estilo de un diálogo suelen estar definidos por el contexto en el que se produce la comunicación y los participantes involucrados. De este modo, los diálogos pueden ser orales o escritos, formales o informales, espontáneos u organizados previamente.
Por ejemplo: una charla entre dos amigos, una conversación entre dos personajes de una novela, una entrevista laboral, una consulta médica, un debate, un chat. Los diálogos orales tienen lugar constantemente en la vida cotidiana y son nuestra principal forma de comunicación.
Suelen ir acompañados de expresiones, gestos, ademanes, entonaciones, silencios, entre otros elementos, que complementan el mensaje verbal. Asimismo, es posible encontrar diálogos escritos en diversas formas de literatura, como en cuentos y novelas, intercalados en la narración. En los géneros narrativos, los diálogos son los momentos en que los personajes toman la palabra.
Por otro lado, en el género dramático, los actores ejecutan oralmente los diálogos que están escritos en el guion, y lo mismo ocurre en el cine y la televisión.
Puede servirte: Tipos de diálogos
Recuerda: En la escritura, cada intervención de un diálogo comienza en una línea aparte, se introduce con una raya (–) y se cierra con un punto, En caso de que aparezca una aclaración del narrador, se continúa en la misma línea y también se usa la raya para introducirla.
Ver también: Párrafos de diálogo
¿Cuál es el uso del diálogo?
Diálogo como recurso comunicativo – En su uso más habitual, el diálogo es una forma presente tanto en el discurso oral como en el escrito en donde se comunican entre sí dos o más personas. Se trata de un recurso válido y adecuado para intercambiar ideas por cualquier medio, ya sea directo o indirecto.
- El diálogo puede ser tanto una conversación amable como una violenta discusión.
- De todas formas, suele hablarse del diálogo como una exposición e intercambio de pensamientos donde se aceptan las posturas del interlocutor y los participantes están dispuestos a modificar sus propios puntos de vista.
- Por eso existe un consenso sobre la necesidad de diálogo en campos como la política, por ejemplo.
Se dice que la voluntad de poder y el autoritarismo tienden a excluir al diálogo, ya que pretenden que su verdad sea la única válida y desacreditan las opiniones de los oponentes, en un intento por fortalecer su dominio. El diálogo genuino intenta buscar la verdad y fomentar el conocimiento sin prejuicios, a diferencia de la retórica que busca persuadir y convencer a través de una manipulación de la opinión.
¿Cuáles son los tipos de diálogo?
Existen diferentes clases de diálogos: los diálogos espontáneos y los diálogos organizados. Los diálogos espontáneos son aquellos que no están pactados previamente, y los diálogos organizados son que aquellos que sí están pactados previamente. Un diálogo espontáneo es un diálogo improvisado, libre y amistoso.
¿Qué es el diálogo y cuáles son sus características?
¿Qué es el diálogo? – Comúnmente, por diálogo entendemos al intercambio recíproco de información entre un emisor y un receptor a través de un medio oral u escrito. Es decir, es a una conversación entre dos interlocutores que se turnan en sus roles respectivos de emisor y de receptor, de manera ordenada.
- La palabra diálogo proviene del latín dialogus y éste a su vez del griego dialogos ( dia -: “a través”, y logos : “palabra”), que literalmente significa “a través de la palabra”.
- Esto nos da ya una idea de lo importante que han sido los diálogos en la historia de la humanidad, como herramienta del mutuo entendimiento, generalmente como reemplazo de la violencia,
De manera similar, los diálogos forman parte de los recursos literarios que posee una obra para mostrarnos a dos o más personajes, o para hacernos saber parte de la información que intercambian, como si fuéramos sus testigos. Por eso, es común hallarlos en la mayoría de las representaciones artísticas narrativas,
¿Como debe ser el diálogo entre las personas?
Características del diálogo – Las características básicas del diálogo son las siguientes:
El diálogo debe introducirse con una intencionalidad. Los personajes nunca deben hablar porque sí o para rellenar espacio. Una novela, comparada con todo el universo que representa, es muy pequeña. Constantemente seleccionamos de ese universo imaginario qué cosas nos interesa destacar. Así, si un personaje se dirige a un museo, tal vez describamos ese edificio una vez esté delante pero pasemos por alto la descripción de todas las calles y demás edificios o fachadas mientras está de camino, porque no colaboran al desarrollo de la trama y no nos interesa destacarlas. En este sentido, un diálogo debe estar ahí por algún motivo, esté o no directamente vinculado a los acontecimientos, pero nunca gratuitamente. El diálogo debe ser una imitación del lenguaje conversacional, sin ampulosidad, florituras o adornos verbales y sin palabras rebuscadas y poco usadas. Debe ser verosímil, creíble.
—La fiesta fue satisfactoria y altamente gratificante. Todos los presentes disfrutamos de una exquisita cena y pasamos el resto de la velada conversando con informalidad y moviendo nuestros cuerpos al son de la música.* —La fiesta estuvo muy bien. La cena fue muy rica y pasamos el resto de la noche charlando y bailando.
Este tipo de lenguaje más solemne — y menos coloquial y espontaneo — solamente será adecuado si el contexto en el que se mueve el personaje lo requiere. Así, por ejemplo, si el personaje es el director de una empresa y va a reunirse para presentar un nuevo proyecto a sus accionistas, podrá y de hecho deberá usar un registro más formal y elevado.
Sin embargo, en cuanto salga del trabajo y se reúna con su familia y amigos, deberá volver al lenguaje coloquial. Si usamos el lenguaje formal — o, peor aún, el exceso “literario” — en un contexto en que no corresponde, el resultado será, cuanto menos, ridículo.
Paradójicamente, para crear esa naturalidad y espontaneidad del lenguaje coloquial hay que recurrir a la artificiosidad. No es tan fácil como parece. Cuando las personas hablamos, lo hacemos de forma desordenada, a menudo agramatical y sin terminar las frases. Además, aparte del contenido de nuestro mensaje, agregamos verbalmente ciertas palabras y expresiones con la única intención de confirmar que el canal comunicativo con nuestro interlocutor prospera correctamente.
“Emmm A ver. Él es mi amigo y no quiero que piense que Bueno, si fuera al revés y yo no le hubiese contado nada no me gustaría enterarme de que otros se lo han explicado antes que yo, ¿sabes? Así que bueno, no dije nada y pensé “ya si eso lo dirá él”, ¿no? Y al final poco a poco hablamos de otros temas y poco a poco, no recuerdo por qué, salió el tema y me lo contó.
Claro, yo me hice el tonto como si no supiera nada, pero estuvimos hablando un buen rato y al final le aconsejé visitarse por algún médico especializado y eso, ¿sabes? Creo que se quedará más tranquilo”. Así es, en la práctica, cómo hablamos. Solemos utilizar expresiones del tipo “bueno” ” a ver”, que en realidad no significan nada ni aportan ningún contenido a nuestro mensaje.
Son expresiones que decimos mientras nosotros mismos nos estamos ubicando para elegir la manera en cómo comunicaremos lo que vamos a comunicar. Podríamos decirlas mentalmente, pero las verbalizamos. Después, solemos dejar frases inacabadas (Él es mi amigo y no quiero que).
- También somos repetitivos (al final poco a poco hablamos de otros temas y poco a poco, no recuerdo por qué, salió el tema y me lo contó).
- Otras expresiones como “¿no?” o “¿sabes?” tampoco tienen relación alguna con el contenido real del mensaje y se usan únicamente para asegurar el canal comunicativo con nuestro interlocutor.
Cuando decimos “¿sabes?” no esperamos que nuestro interlocutor nos diga “sí, lo sé” o “no, no lo sé”. No es una pregunta real. Pero sí esperamos que haga un gesto o que pronuncie algo del tipo “ya”, “ahá” o “claro”, por ejemplo, porque eso nos confirmará que no ha desconectado y que sigue atento a nuestras palabras y sigue escuchándonos.
Es como cuando hablamos por teléfono. En ese caso, como no se visualiza al otro, esas expresiones se hacen más necesarias para que no creamos que estamos hablando solos, y es mucho más fácil que el que no habla refuerce su presencia usando mucho el “ya”, “ahá”, que vienen a decir “sigo aquí; sigo escuchándote”.
Pues bien, en un diálogo toda esta “paja” debe desaparecer. Es decir, debemos imitar el lenguaje conversacional pero sintetizándolo y sacando únicamente aquella parte de él en la que reside el auténtico mensaje. A lo sumo, podemos dejar alguna de las primeras expresiones que he señalado, pero no en todos los parlamentos sino de forma aislada y sin abusar.
El diálogo debe ser fluido y rítmico y huir de toda monotonía. Además, no es necesario reproducirlo siempre de principio a fin, pues hay partes que a menudo se sobreentienden y que es mejor obviar.
—Hola —dijo Juan —Hola —saludó María. —¿Hace mucho que te esperas? —preguntó Juan. —No mucho. Hará unos cinco minutos —dijo María. —Me alegro. ¿Qué te parece si vamos a tomar algo al bar nuevo que han abierto en la plaza? —propuso Juan. —Vale —dijo María.* Juan la saludó y le dio dos besos.
El diálogo debe ser coherente respecto a los mismos personajes:
Acorde con su edad, su procedencia o clase social. De esta manera, si quien habla pertenece una clase social marginal, su habla debe reflejar esa circunstancia (con el uso de vulgarismos y con un argot determinado, por ejemplo). O, si se trata de un niño, no podrá hablar, lógicamente, como un adulto. Acorde con su realidad externa e interna. De esta manera, si un personaje está realmente furioso, no será coherente que solamente responda con un “maldita sea”. Deberá expresar esta furia de una manera más intensa, ya sea a través de su voz, de la acotación del narrador o de ambas cosas a la vez.
—Maldita sea —dijo furioso.* —¡¡¡Maldita sea!!! —exclamó rojo golpeando con furia la mesa.
El diálogo debe asumir la información implícita que se desprende del lenguaje conversacional. A menudo, en nuestras conversaciones obviamos información pero el otro la sobreentiende e infiere, y esa inferencia debe mantenerse en el diálogo.
—A ver si quedamos más a menudo. La semana que viene tengo las tardes libres. —¿Ah, sí? ¡Qué bien! Me alegro por ti. >> Nunca respondemos así, —Imposible. Estaré de viaje por asuntos de trabajo,>> Respondemos así. Del primer parlamento se desprende un “¿Quieres quedar alguna tarde?”, y aunque es una pregunta que no se hace explícita, como interlocutores la captamos y respondemos en consecuencia. Pues bien, al escribir un diálogo debemos también obviar ese tipo de información innecesaria. En vez de. —A ver si quedamos más a menudo. La semana que viene tengo las tardes libres.¿Te apetece quedar alguna?* —Imposible. Estaré de viaje por asuntos de trabajo.es mucho mejor optar por: —A ver si quedamos más a menudo. La semana que viene tengo las tardes libres. —Imposible. Estaré de viaje por asuntos de trabajo. Obviar esta información y mantener en el diálogo escrito las inferencias o deducciones que hace el interlocutor refuerza la verosimilitud de la situación y otorga más realismo al intercambio comunicativo entre los hablantes.
El diálogo no debe —como norma general— reiterar aspectos que ya han sido contados previamente o que el lector ya conoce. De esta manera, si en un momento dado el narrador nos ha explicado dónde nació el protagonista y de qué original manera sus padres decidieron ponerle el nombre que le pusieron, es inadecuado que más adelante, al conocer a alguna persona nueva, por ejemplo, este personaje explique la misma historia. En ese caso, se puede optar por resumir:
—Soy Puarintro —se presentó el muchacho. —Andrés. Encantado —dijo estrechándole la mano. Luego, visiblemente intrigado, añadió—: ¿Puarintro has dicho? Nunca lo había oído. ¿Es un apodo o algo? —No, es mi nombre real, pero vamos, que comprendo que te choque.
¿Cuál es el valor del diálogo?
Marcos Iván Juárez Martínez* y Silvia del Amo Rodríguez** Con mayor frecuencia se puede observar en parques, restaurantes, plazas, centros comerciales –en fin, en todas partes– a personas utilizando el celular como medio de comunicación, no obstante que estén sentadas una enfrente de la otra, en lugar de hacer uso del medio natural que tenemos los seres humanos: la voz, con la que producimos las palabras y establecemos el diálogo. El diálogo ha acompañado al hombre casi desde el momento en el que éste apareció en la Tierra, a pesar de ello encontramos que la historia de la humanidad está llena de conflictos y guerras. Entonces, ¿qué ha pasado con él?, ¿será que lo hemos desaprendido y olvidado?, ¿aún somos capaces de entender cómo un diálogo profundo nos puede llevar al entendimiento del otro, de lo desconocido? El requisito indispensable Para aprender a dialogar, primero debemos aprender a escuchar, escucharnos a nosotros mismos, entender lo que sucede en nuestro cuerpo, qué toca en nuestro corazón, para después escuchar a los demás.
El verdadero objetivo del diálogo es el de penetrar en el proceso del pensamiento y transformar el proceso del pensamiento colectivo. La pérdida del respeto, la tolerancia, la empatía, ha fracturado el diálogo, sin valores no hay entendimiento, se genera el caos.
El diálogo es la capacidad para aprender del otro, e implica tener una disposición y actitud positiva para aprender del otro y viceversa. Se debe estar dispuesto a escuchar, guardar silencio y prestar atención a lo que nos dicen los demás, evitar los prejuicios y suspender los juicios de valor ante las diversas opiniones.
- Fracasaríamos en la comprensión de los otros si los miramos según nuestra propia imagen y no según la suya.
- Las relaciones sociales El surgimiento de nuevas tecnologías ha facilitado la vida del ser humano.
- Uno de los aportes más relevantes se da en la comunicación, sin que ello implique un beneficio para el establecimiento del diálogo.
Se han acortado las distancias, actualmente es muy sencillo entablar una conversación en tiempo real entre personas que se encuentran en lugares distintos. No obstante, el diálogo se deja de lado y sólo se ocupa este medio para transmitir un mensaje, dejando de lado la posibilidad de interactuar para que el flujo de las ideas sea bidireccional.
La imagen de dos jóvenes sentados en un café y con la mirada absorta en el objeto que tienen entre sus manos, nos llevó a recordar un reportaje que salió publicado en La Jornada el 17 de abril de 2015, a raíz de una conferencia celebrada por el Día Mundial de la Voz, donde el autor entrevista a una conferencista y ésta señala que actualmente la voz se utiliza en menor medida debido al abuso de la tecnología y también hacía referencia a los beneficios en los procesos mentales que conlleva el habla.
Pareciera que cada vez somos más semejantes a las máquinas. Si el uso de la voz es importante para estimular las conexiones neuronales, entonces el diálogo es primordial para alentar y fortalecer las relaciones sociales. La ausencia de un verdadero diálogo ha tenido como resultado la crisis civilizatoria, entre otros conflictos, que vivimos actualmente.
Cuando integramos el pensamiento de los demás, se convierte en nuestro propio pensamiento y de ese modo lo tratamos. La diversidad enriquece El ser humano ha podido vivir y desarrollarse durante miles de años gracias al diálogo, la capacidad para escuchar y comprender al otro. Por otra parte, la pérdida del contacto con el otro ha provocado la fragmentación de la sociedad y ha creado barreras que impiden la comprensión de aquello que es diferente.
Dejamos de fomentar la convivencia con las personas que nos rodean, limitamos el contacto a simples saludos que no buscan conocer y, mucho menos, entender al otro; esto ha provocado conflictos en la mayoría de los estratos sociales, en vecindarios, entre ciudades y países.
- La diversidad no sólo contribuye a la vitalidad cultural, sino que también puede favorecer la mejora de los resultados sociales y económicos.
- Nosotros, en tanto sociedad, alimentamos la crisis civilizatoria, dejamos de fomentar la convivencia con las personas que nos rodean, ya no formamos comunidades que busquen un beneficio grupal, nos rebasó el individualismo y la competencia con el que está al lado.
Se han dejado de cultivar valores como el respeto, la honestidad, la confianza, la tolerancia y, sobre todo, la empatía. Ahora se busca que el otro piense o comparta nuestras ideas, de lo contrario lo separamos del círculo en el que nos desenvolvemos, no obstante tendría que ser lo contrario, es decir, beneficiarnos de la diferencia, pues la diversidad de pensamientos enriquece el diálogo.
- Estar conscientes de que en determinados momentos podemos ser los observadores o los observados favorece la comprensión del otro.
- Señalamos tres tipos de diálogos: el interno, es decir, con uno mismo a manera de introspección; con los demás, preguntando y escuchando; y, por último, con la naturaleza –como la relación que aún mantienen los herederos de las culturas ancestrales–; se debe incluir en el diálogo las diversas perspectivas humanas y no humanas pues la naturaleza también podría ser lo otro.
A manera de conclusión La perspectiva de la multiculturalidad e interculturalidad hace referencia al respeto, comprensión y aceptación de otros pueblos o naciones, cada uno con una cultura, tradiciones, ideas, inclusive hasta lenguas diferentes; todo esto, explicado de manera sencilla, equivale a ponerse en los zapatos del otro, es decir, ver el mundo con o desde otra perspectiva para comprender el sentir y el actuar del otro. Si tan sólo se dejara de pensar en el bien personal y nos enfocáramos en acciones que también beneficiaran a los demás, formuladas desde un colectivo, tendríamos sociedades más justas y equitativas. Ante esta sociedad cambiante, nuestra labor o tarea primordial será fomentar las comunidades dialogantes y lograr el equilibrio entre lo tradicional y lo contemporáneo, es decir, desaprender todo aquello que prohíbe avanzar como sociedad, lo que genera conflicto, para reeducar y tratar de alcanzar la armonía mediante la adopción de nuevas formas de dialogar, pensar y actuar.
Sin duda el diálogo es la base de un nuevo paradigma civilizatorio. Descargar versión impresa *Estudiante de la Maestría en Estudios Transdisciplinarios para la Sostenibilidad, Universidad Veracruzana. Correo: [email protected] **Centro de EcoAlfabetización y Diálogo de Saberes, Universidad Veracruzana.
Correo: [email protected] Ilustración: Francisco J. Cobos Prior. Dir. de Comunicación de la Ciencia, UV Correo: [email protected]
¿Por qué es importante el diálogo entre las personas?
Permite resolver problemas, considerando la empatía y respeto del uno por el otro, para conseguir una convivencia óptima. Razones por las cuales usar el dialogo NOS AYUDA A resolver conflictos: Es una herramienta esencial para convivir con quienes nos rodean.
¿Qué es el diálogo y sus beneficios?
Beneficios del diálogo – Visto como un factor de cambio y corrección, el diálogo es una forma de modificar las dinámicas negativas existentes, ya que su práctica permite reconocer las cosas que requieren modificaciones, buscando acuerdos y haciéndole saber a los trabajadores que existe voluntad real de mejorar por parte de la empresa, con una política de puertas abiertas, donde la voz de todos es tomada en cuenta.
El diálogo fomenta la capacidad de escuchar y ser escuchado, generando el clima adecuado para que fluyan las ideas de cómo mejorar interacciones, procesos y otros aspectos que inciden directamente sobre el clima laboral y, por consecuencia, la satisfacción del equipo. Esto se produce porque el equipo se siente valorado cuando su opinión es tomada en cuenta.
Eso aumenta su motivación y lo hace partícipe de la toma de decisiones.
¿Cuáles son los elementos de un diálogo?
– Un diálogo se compone de cuatro elementos importantes que marcan su estructura, los cuales son:
Apertura: Es el inicio a la conversación, consiste en un saludo o llamada de atención con lo que se da inicio al diálogo. Orientación: Se introduce al tema. Desarrollo: Los interlocutores intercambian opiniones sobre el tema y van incorporado temas nuevos. Cierre: Es el fin del diálogo el cual permite la conclusión de ideas.
¿Que nos enseña el diálogo?
En la vida cotidiana el diálogo es una forma de interacción social, un medio para negociar y llegar a acuerdos, el cual se lleva a cabo gracias a los significados compartidos entre los participantes y a la existencia de un interés mutuo.
¿Cuando dos personas dialogan?
EL diálogo es la forma de comunicación entre dos o más personas por distintos medios de transmisión ; por lo que se puede generar escrito u oral, en el que las partes involucradas expondrán su punto de vista sobre algún tema y se intercambiarán ideas.
¿Qué tipos de diálogo social existen?
Según lo define la OIT, el diálogo social comprende todo tipo de negociaciones y consultas – e incluso el mero intercambio de información – entre representantes de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores, sobre temas de interés común relativos a las políticas económicas y sociales.
Puede tratarse de un proceso tripartito, en el que el gobierno interviene como parte oficial en el diálogo, o bien consistir en relaciones bipartitas establecidas exclusivamente entre los trabajadores y las empresas (los sindicatos y las organizaciones de empleadores), con o sin la participación indirecta del gobierno.
El proceso de diálogo social puede ser informal o institucionalizado, y como ocurre a menudo, es una combinación de ambas categorías. Por otra parte, puede ser interprofesional, sectorial, o combinar ambas características. El principal objetivo del diálogo social es la promoción del consenso y de la implicación democrática de los principales actores en el mundo del trabajo.
¿Qué tipo de texto es el diálogo?
El texto dialogado se caracteriza por el intercambio comunicativo entre dos o más interlocutores, de tal forma que estos participantes se turnan en los papeles de emisor y receptor. En la lingüística del texto, para J.M. Adam (1992) el texto dialogado es una secuencia textual más (del mismo rango que la argumentación o la narración, por ejemplo), subdividida a su vez jerárquicamente en dos tipos de secuencias: secuencias fáticas de apertura y cierre del texto, por un lado, y secuencias transaccionales combinables, que constituyen el cuerpo del texto, por otro lado.
Secuencia fática de apertura: A: Secuencias transaccionales: pregunta-respuesta, A:, B: Secuencia fática de cierre: A:
Por su parte, otros autores, como T.A. van Dijk (1978), proponen que el texto dialogado constituye una superestructura formada por seis categorías:
apertura, que se dé o no depende de la situación, del grado de formalidad o de la interacción: ; preparación para establecer la comunicación : ; orientación hacia el tema de la conversación: ; objeto de la conversación, parte central en que se comunica un suceso, se interroga, se pide, se ordena, etc. conclusión, introducida por frases de síntesis, evaluación, etc: ; cierre, formulado con elementos lingüísticos o con elementos paralingüísticos (un abrazo, un apretón de manos, etc.)
Cada una de estas categorías puede ser recursiva, ya que suele haber más de un tema de conversación, por lo que, si se cambia de tema, se vuelve a preparar la comunicación, orientar el tema y concluirlo. La perspectiva adoptada por la lingüística textual para el estudio de los textos dialogados es distinta a la del análisis de la conversación.
Interesa a la lingüística del texto sobre todo, como hemos visto, establecer los componentes, las llamadas secuencias conversacionales que caracterizan un texto dialogado y las unidades que contribuyen a su realización y su carácter ritualizado. Así, la fase de apertura, por ejemplo, supone una serie de intercambios que permiten poner en marcha la interacción: toma de contacto (intercambio de saludos), intercambios rituales sobre la salud, y, según las situaciones, consideraciones metereológicas y otros comentarios, condicionados por las convenciones socioculturales del intercambio.
Para la secuencia de cierre, se considera en general que se inicia con la producción de un precierre por el cual uno de los participantes indica que se desea orientar la interacción hacia el cierre, y continúa hasta la separación de los participantes.
Esta secuencia de cierre contiene frecuentemente intercambios de saludos, de proyectos de volver a verse, etc. La conceptualización teórica del texto dialogado como un tipo de secuencia textual o de superestructura del mismo rango que la argumentación, la descripción o la narración ha sido puesta en cuestión por algunos investigadores (cfr.G.
Ciapuscio 1994). Parece que el diálogo como discurso oral pertenece a una dimensión distinta, en el sentido de que un texto dialogado puede organizarse de forma argumentativa, descriptiva o narrativa, y no por ello deja de considerarse como tal. Interesa para la didáctica de lenguas conocer el carácter ritualizado de los textos dialogados propios de determinadas actividades sociales, y también interesa conocer la conveniencia o propiedad de incorporar determinados componentes según el contexto sociocultural.
¿Qué es el diálogo oral y escrito?
Es un tipo de texto, oral o escrito, cuyo propósito es dar cuenta de la interacción comunicativa entre dos o más interlocutores de manera directa. Responde a la pregunta ¿qué dicen? Como parte de la competencia comunicativa, el desarrollo de la habilidad para comprender y producir diálogos tiene importancia porque hay diversos géneros que se basan en este tipo textual. Entre ellos: El diálogo es la forma discursiva que caracteriza al género dramático, que por ser escrito para ser representado, confía de manera sustancial a lo que dicen los personajes, tanto la caracterización de éstos, como el desarrollo de la acción. Realiza el Ejercicio 1, Distintos diálogos para que comprendas más sobre este tema.